Mi abuela era una señora incomparable, era del campo el mamei de Higüey. no hubo reto que no enfrentara con valor y entereza. Desde ser la partera del pueblo, donde niños que nacían de pie los traía al mundo sin ningún conocimiento en medicina, sacar un becerro hidrópico de una vaca preñada a puro pulso con una navaja Suiza, de poder ponerte un hueso en su lugar si se descolocaba, unir familias rotas, sacar sus hijos del campo porque dijo que quería que crecieran donde estaban las luces (la ciudad) también la del mejor sazón, quien para mí inventó el locrio de carne de vaca, quien del médico escuchó la frase: rézale mucho a tu Dios, porque con tremenda determinación evitó a toda costa que le cortaran el brazo derecho a mi papá 40 años atrás y aún cuenta con el Gracias a Dios y después a ella, la que todos se mataban por visitar temprano porque a todo vivo que fuese le daba desayuno y quien valientemente enfrentó el cáncer de mama de la manera más digna que he podido presenciar a alguien con esta devastadora enfermedad. Nunca se quejó, dijo que entendía que le llegó su tiempo, que había vivido muchas vidas con la única que tuvo, pues fue feliz y vio todos sus hijos realizarse. Hacen ya 18 años de su ausencia y no pasa un momento en que no recordemos a nuestra querida MAMÁ como cariñosamente le llamaban hijos y nietos.