Evitación y negación ante la pérdida
13 mayo, 2020
Por: Heidy Camilo Hilario M. A.
Psicóloga clínica.
Centro Vida y Familia Ana Simó
¡Duelo! Al mencionar la sola palabra muchas personas experimentan malestar emocional y hasta físico, pues la sola pronunciación de la misma es sinónimo de pérdida. Pero, ¿qué es el duelo? Según Raldo et al., en 2012 definió el duelo o la pérdida como el resultado de una separación o cambio significativo en la relación, con algo o alguien con quien el individuo estuvo intensamente vinculado.
Los tipos de pérdidas son: muertes, separaciones o divorcios, pérdidas materiales, empleos, capacidades personales o físicas y otros cambios importantes en la vida. Dentro de la pérdida, el mismo tiene respuestas bio-psico-social-espirituales. Dentro de sus respuestas psicológicas se encuentran respuestas cognitivas como son: descrecimiento, confusión, preocupación, sentido de presencia del fallecido o experiencias paranormales.
En lo sentimental encontramos una profunda tristeza, enojo, culpa, ansiedad, soledad, cansancio, confusión, alivio, atontamiento y añoranza. En el ámbito conductual se encuentran: alteraciones del sueño y del apetito, soñar con la persona muerta o con aquello que se perdió, llanto, evitación de cualquier situación o persona que haga recordar a la perdida.
Dentro de las cuatro dimensiones del duelo se encuentran: el trauma, la protección, la integración y el crecimiento. Asimismo, dentro de la dimensión de protección se describe que una forma de la persona protegerse del dolor emocional de la pérdida es la negación de la misma. Esto con el objetivo de minimizar el daño.
Inclusive recurre a acciones tales como: distracciones, conductas evitativas, aislamiento, sentimientos de rabia, enfado, culpa, no hablan de lo sucedido, algunos se sumergen en sus trabajos y pueden entrar en conductas de riesgo como son las adicciones.
En terapia lo principal en la intervención psicoterapéutica en los procesos del duelo es ver el aprontamiento como puerta de entrada al contrato y contacto terapéutico. Se debe tener una actitud de no juicio. El acercamiento debe ser empático y sin temas amenazantes.
Validar esta forma de protección le brinda al doliente la confianza necesaria para observar que ya la misma carece de funcionabilidad y que debe avanzar en el proceso del duelo.
Acompañar a un doliente no es un proceso sencillo o fácil pues significa entrar en contacto muchas veces con el propio dolor no resuelto. El acompañamiento por parte de un profesional de la conducta humano experto en duelo, es de vital importancia pues en ocasiones el duelo se complica y la persona se estanca en el proceso de crecimiento.