FEDERICO IZQUIERDO
Figura emblemática de las artes y la cultura para el país y para Santiago, su ciudad.
Arquetipo como pintor, maestro, ciudadano y gestor cultural. Su pintura tiene una profunda raigambre cibaeña, como se aprecia en sus cuadros “Los rosarios”, “Las lavanderas”, “El gallero” y “El merengue”. Sus dibujos son testimonio de un apasionado e inquietante sentimiento de afectividad. Sus retratos no son sino la transmutación de los sentimientos, raptados desde abismos íntimos del retratado. Por su pintura se le cataloga como pintor tipicista, pero en sus lienzos lo anecdótico es el pretexto para armar las claves sueltas de su canto a la memoria. En todas sus obras, a la presencia constante de las tradiciones, subyacen los enigmas que le llevaron a ser tales, como la religiosidad, las manifestaciones vernáculas, la fe. Sin duda es uno de los grandes maestros de la plástica dominicana.
Su contribución al arte nacional fue constituirse en uno de los miembros principales y en soportes de la Escuela de Pintura de Santiago, a la que, junto a Juan Bautista Gómez, Jacinto Domínguez, Mario Grullón y Yoryi Morel, consagró varias décadas de su vida.
Paralelamente a su labor como pintor está la de docente.
Desde 1927 hasta 1964 desarrolló sin interrupciones una altruista labor enseñando historia universal, filosofía y artes plásticas.
Además de insigne educador y pintor connotado, se distinguió por su labor comunitaria. Participó en muchos programas de promoción cultural como fueron las diferentes comisiones organizativas del carnaval y en la planificación del ornato de la ciudad de Santiago.
Por su trayectoria de vida recibió muchos reconocimientos, entre los que destacan los premios recibidos en distintas competencias y la condecoración otorgada por el Estado Dominicano con la Orden de Duarte Sánchez y Mella.
Varios de sus cuentos han sido traducidos al inglés, francés y portugués, apareciendo en numerosas antologías. Fue miembro de la Academia Dominicana de la Lengua.